jueves 14 de febrero de 2008

El pisito

O el pisazo. Ya se sabe de qué hablo: del piso del ministro de Justicia. O más bien, de las reformas que por 250.000 euros ha hecho acometer para que la casa quedase a su gusto.
Poco sentido de la medida tiene un señor que gasta 45 millones de pesetas del erario público en hacer arreglitos a una casa, máxime cuando a lo mejor le quedan en ella dos telediarios. 250.000 euros son muchos euros. Hay familias que con eso se compran una casa para cuatro. Dicen los asesoresdel señor Bermejo que la casa no tenía las condiciones mínimas de habitabilidad y por eso había que meterle mano - y pasta - pero ya ha salido la anterior inquilina del inmueble, la exministra Trujillo, para puntualizar que ella el piso lo dejó niquelado. Entiendo el mal rollo de la buena señora: a ver si Bermejo va a tener el morro de decir que ha cambiado los tresillos porque yo soy una guarra y se los he dejado de pena.
Si no diese lástima, daría risa. Un ministro socialista gastando cuartos públicos en decorar sus sueños, manda narices. Cinco mil euros se ha pulido en jardineras (¿?) para la terraza. Casi doce mil en "elementos para el cuarto de baño". Mire, señor Bermejo, yo no sé cómo le ha quedado la vivienda, pero me da la sensación de que invirtiendo dos millones de pesetas en un aseo, la casa debe ser calcadita a la del Sultán de Brunei en versión España Cañí. Con 12.000 euros, que es lo que usted se ha gastado en el baño, le hago yo una reforma completa a mi casa, y aún me queda algo para pintar el portal, cambiar el sofá del salón y comprar una pantalla de plasma para el dormitorio, aprovechando que estánde oferta.
Doscientos cincuenta mil euros. Cuarenta y cinco millones de pesetas, ahí queda eso. Y el ministro, tan contento. Acabo de escuchar a Leire Pajín justificando la obra del ministro aduciendo "motivos de seguridad". Pues mire usted, yo de eso entiendo poco. Pero que alguien me explique cómo influye en la seguridad de un ministro el que le instalen un water de dos millones de pesetas o unas jardineras que rozan el millón.
Que me diga alguien en que parte del Código del Buen Gobierno que alentó Zapatero caben estos desmanes. ¿O es que Bermejo está ya preparando la maleta, y ha pensado eso de "después de mí, el diluvio"'

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