viernes 20 de junio de 2008

Fin de Curso

Ayer, fiesta de fin de curso en el Hotel Kafka. Hacía siglos que no asistía a una fiesta así. No había gusanitos ni fanta de naranje, sino una tortilla de patatas muy rica y buen Rioja. Edu Vilas, director del invento, anfitrión y amigo, nos habla de los planes para el curso que viene. Echamos de menos a Rafael Reig, que está dando una conferencia en el Cervantes de Casablanca.

Hablo con David Torres,cuya novela, "Niños de Tiza", os recomiendo vivamente. No cuento de que va, porque las buenas novelas son mucho más que un argumento resumido en cuatro líneas. Tampoco hagáis ni caso al texto de contra. Por favor, tened fe en mí y leed la novela. Es excelente. Yo me la bebí en día y medio, y tiene cuatrocientas páginas, así que...

Más libros: mañana, mi amigo Pablo Núñez presenta el suyo, "Las hijas del César", dentro del programa de actos del festival Arde Lucus, con el que mi ciudad, Lugo, regresa por unos días a la época de los césares. Hay desfiles, comidas populares, música y fiesta - jolgorrio.... La presentación de "Las hijas del César" tendrá lugar en el salón regio del Círculo de las Artes, y apuesto algo a que se batirán records en cuanto a asistencia. La semana que viene os lo cuento todo.

El centro cultural de España en Lima me invita a viajar a Perú en otoño. Están programando distintos actos públicos para presentar mis libros. Digo que sí, por supuesto. Me apetece mucho conocer el país, y siempre es una buena oportunidad para hacer contactos con escritores del otro lado del charco. También me han propuesto participar en un congreso sobre Cesare Pavese, uno de mis escritores favoritos... y hace ya meses que he cerrado mi participación en un congreso médico que se celebra en La Coruña, y donde voy a formar parte de un seminario donde se analiza la forma de dar malas noticias. Por lo visto, y según los organizadores del congreso, mi libro "En tiempo de Prodigios" - donde contaba una terrible experiencia en ese sentido - provocó cierto debate entre los médicos, y quieren que hable de ello con otros profesionales de la medicina.

Mi novela va bien. Tanto, que ya he entrado en esa fase en la que no hablo de ella con nadie. Sólo quiero corregir sobre lo ya corregido, rematarla y olvidarme de ella hasta que salga. Es lo que me pasa siempre.

Esta noche, reunión de amigos en casa de mi hermana y su familia, que tienen - placer de placeres - una enorme terraza en la Ciudad Universitaria. En verano solemos okuparla a partir de las nueve de la noche, cuando el calor da tregua y el sol se pone. Mi cuñado prepara mojitos y encargamos pizzas para cenar, aunque hoy, como nos hemos puesto finolis, vamos a pedir paella.
Prometo fotos del evento. Buen fin de semana a todos

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sábado 14 de junio de 2008

Fin de Fiesta

Se acaba la Feria del Libro, y apuramos al máximo los días que nos quedan. En esta semana, dos citas, una en el Hotel Kafka con David López, que presentaba allí su novela "Niños de tiza". La tengo encima de la mesa para empezarla hoy mismo. Allí me encuentro con Espido, Pedro de Paz, Rafael Reig y Fernando Marías (que hacen de maestros de ceremonias), Javier Blanco Vila, Silvia Pérez... en la copa posterior le echo una media bronca a Loren, que tiene mañana un examen de sociología y le está robando horas al estudio. Cómo me alegro de haber acabado los estudios. Las vísperas de examen eran lo peor del mundo.

Ayer, en la preciosa terraza de Planeta - vistas sobre Cibeles, Alcalá y aledaños al corazón de Madrid - , fiesta de clausura de la Feria. Hacía una noche estupenda, y me encontré con amigos como GuillermoGalván - que está ultimando novelón histórico centrado en la época del arrianismo - y con Chani Pérez Henares, que me invita a un curso de Verano que dirige en la UNED. Luego nos vamos un grupo a celebrar el cumpleaños de Fernando Marías: le cae medio siglo, pero no se le nota nada. Nos tomamos unas copas a su salud en Le Garage, uno de los locales de moda en Madrid, y allí aparecen Vanessa Montfort, Nicolás Casariego y Miguel Ángel Matellanes. Miguel fue el editor de mi primer libro, "Que veinte años no es nada" y por eso siento hacia él un afecto especial. Hemos compartido un tiempo importante, y seguimos en contacto a pesar de que han pasado ya diez años - diez - y muchas cosas.

Vuelvo a casa antes de lo que hubiese querido: tengo programa de radio al día siguiente y es mejor no pasarse con el trasnoche y las copas. En eso, la edad no perdona: hace no tanto tiempo era capaz de tomarme cualquier cosa, dormir cuatro horas y estar al día siguiente fresca como unalechuga. Ahora, la resaca es terrible y me deja fuera de combate para varios días.

Lecturas: he terminado "El rojo de las flores", de Anita Amirrezvani, una especie de melodrama ambientado en la Persia del siglo XVII. No es que no sea entretenido, pero no es exactamente la literatura que más disfruto. Resulta una especie de Danielle Steel orientalizada y más pulida. En fin, yo ya lo he advertido.

Buenas noticias para Pablo Núñez y los que somos sus amigos: "Las hijas del César" prepara una nueva edición. Los libros se agotan en cuanto llegan a las librerías, y en algunos lugares está desbancando en las ventas al todopoderoso Carlos Ruiz Zafón.

Sólo una cosa más: acabo de leer una petición de ayuda de una chica a quien, el pasado 11 de junio, le robaron su ordenador portatil (un ibm - lenovo thinkpad T60) de su coche, un mini color crema que estaba aparcado en la calle Barquillo. En el ordenador estaban guardados gran parte de los recuerdos de su padre, fallecido hace poco. La máquina, que es antigua, no vale casi nada, pero lo que contiene sí. Por eso, la propietaria del ordenador, Rossana, ofrece 1000 euros (mil) a quien le devuelva el ordenador perdido. Su dirección es alabanda@gmail.com
Sé que es difícil, pero si los lectores de este blog podéis difundir este mensaje, seguro que Rossana os lo agradece.

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martes 1 de abril de 2008

Los libros secretos

Uno de los placeres de tener amigos escritores es que te manden los libros antes de que estén publicados. Si hace unos días terminaba "Las hijas del César", de Pablo Núñez, a altas horas de la noche de ayer - madrugada de hoy, más bien - acababa la última novela de Rafael Reig. Tiene título, claro, pero no sé si Rafael quiere que se haga público todavía. El texto tiene tras de sí una historia casi - sólo casi - tan fascinante como la que ha escrito Reig.
No hay fecha de publicación - aunque apuesto cualquier cosa a que los editores se van a dar de tortas por ella - y por eso el placer de la lectura del inédito acaba por tener algo de ritual sagrado. Las páginas sueltas son susceptibles de desordenarse, y por eso hay que tratarlas casi con cariño, y como ningún profesional de la edición le ha echado el guante, todavía se pueden hacer al autor comentarios y sugerencias. De momento, adelanto aquí que la de Rafael Reig es un regalo para cualquiera, incluso para los que, como yo, no somos amantes del género negro que cultiva en esta ocasión. Felicidades, maestro. Y te lo digo con la esperanza de escribir algún día tan bien como tú.

Me visita en el blog David Torres, a quien conozco, pero menos de lo que quisiera: es listo, inteligente (no siempre se dan las dos cualidades en la misma persona) y uno de los más brillantes articulistas de la prensa española en este titubeante inicio del siglo XXI, pobre en plumas de primera división. Torres lo es, quizá porque también es indepediente, o libre, como se decía antes, pues ahora parece que la palabra ha perdido empaque. Reparte leña a unos y otros, no se casa con nadie, y - fundamental para un articulista - está libre de complejos gazmoños, resentimientos y deseos de medrar. Escribe lo que quiere y cuando quiere. Y ese es la mejor premisa para hacer cosas grandes.


Y como las novelas de los amigos se acaban, hay que leer otras cosas. Ahora estoy con "Las hojas caídas", de Wilkie Collins, uno de esos autores escasamente conocidos por el gran público que, curiosamente, debería disfrutar al máximo de sus escritos. El que haya leído "La piedra lunar" o "La dama de blanco" entenderá de qué hablo. En fin, que recomiendo a Collins: notable literatura decimonónica y muchas, muchas páginas emocionantes para llenar todo un fin de semana

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